Según un reciente análisis, las matriculaciones en ingeniería han caído un 33% en los últimos veinte años, y los abandonos ya rondan el 50%. No es una casualidad ni una cuestión generacional: es el resultado de un sistema formativo que no está alineado con las competencias y expectativas que después exigimos. Pero la tendencia puede revertirse si sabemos dónde actuar. 

Estas son las cuatro palancas clave respaldadas que proponemos:

1. Orientación temprana 

La idea de que la vocación se decide en 2º de Bachillerato no se sostiene. De hecho, uno de los estudios longitudinales más robustos publicados en Science demostró que los estudiantes que ya mostraban interés científico a los 13 años tenían 3,4 veces más probabilidades de terminar en profesiones STEM.

Además, investigaciones de largo recorrido como el proyecto ASPIRES (King’s College London) muestran que la identidad STEM se construye entre los 10 y 14 años y rara vez cambia después.

La conclusión está clara: si se quiere aumentar el número de ingenieros, la orientación debe comenzar en Primaria y consolidarse en la ESO, ofreciendo información real, contacto con referentes y experiencias que permitan explorar intereses antes de que estén fijados.

2. Universidades que conecten con el “para qué” desde el primer día

Una de las principales causas de abandono en ingeniería es la desconexión entre teoría y aplicación.
El mayor metaanálisis sobre aprendizaje activo en STEM analizó 225 estudios y concluyó que las metodologías activas —proyectos reales, prototipado, retos de empresa— reducen el fracaso un 55 % y aumentan el rendimiento.

El mensaje está claro: cuando el estudiantado descubre el sentido práctico de lo que estudia, el esfuerzo tiene propósito y la retención mejora.

 

3. Exigencia académica previa

La exigencia durante la educación secundaria y bachillerato —profundidad conceptual, rigor, tolerancia a la frustración— es una variable decisiva para quien aspira a una carrera técnica exigente. Estudios comparativos internacionales han mostrado que la falta de ese entrenamiento previo reduce drásticamente la capacidad de éxito en grados STEM.

Si un sistema educativo deja de exigir esfuerzo, lógica y disciplina intelectual, no puede sorprender que muchos estudiantes perciban Ingeniería como inaccesible y terminen sin intentarlo.

4. Actualizar el relato social sobre la ingeniería

Conviene pasar del argumento de “es una carrera difícil” a “es una carrera estratégica”. ¡Sin ingenieros no hay transición energética, ni digitalización ni soberanía tecnológica ni nada!. Esta narrativa tiene que reformularse públicamente si queremos desarrollar talento, y retenerlo en España.

 

Conclusión

La caída de matriculaciones en ingeniería no es una casualidad: es un síntoma estructural. Pero desde Singularity Experts pensamos que hay palancas claras -orientación temprana, formación con propósito, exigencia formativa y un relato realista- para revertirlo. Lo que hasta ahora ha sido un desafío puede convertirse en una oportunidad si actuamos con criterio y coherencia.